Vértigo (Otra historia de apariencias)

Artistas: Aldo Soler, Alejandro Baró, Alejandro Cañer, Alejandro Munilla, Amanda Rodríguez Leyva, Ariel Santos, Bárbaro Guerra, Fernando Fernández, Harold Ramírez, Jany Batista, Jonatan Moreno, Juan José Ricardo Peña (Jota), José Miguel Cano, Kevin Sánchez, Leandro Quintana, María F. Chacón, Odalys Orozco, Olivia Torres, Omar Anthony Rodríguez, Rolando Galindo.

Curaduría: Jorge Peré

El vértigo de lo nuevo

Aunque no llega a sus cuotas más elevadas, el circuito artístico en La Habana ha venido tomando ritmo, progresivamente, durante los últimos meses. Cada vez son más y mejores las exposiciones que inauguran en la ciudad, y esto convida a pensar con optimismo en lo que acontece y lo que podría suceder en los próximos tiempos. El arte en Cuba se regenera una vez más. Y ni el temible vaticinio que nos procura el histórico éxodo que todavía sacude la isla – ¿quién sabe por cuánto tiempo más? – es capaz de evitarlo.

Como fiel y entusiasta testigo de lo que se va suscitando –que, insisto, no es poco–, me motiva sumar una ficha más a este impredecible rompecabezas. Vértigo (Otra historia de apariencias) se trata de jugar con (no dentro de) las reglas que proponen un grupo de artistas cubanos emergentes. Porque no puede uno cruzarse de brazos, expectante, suponiendo que las cosas van a suceder por sí solas. Y más: porque si bien es angustioso a ratos no disponer de artistas y actores otrora imprescindibles dentro del imaginario estético insular, ahora asistimos a una repoblación que promete exactamente lo que las anteriores: un cambio de signo en la identidad y el discurso que atraviesa a la práctica artística en la isla.

Es así que la muestra reúne a artistas con diversos credos y formaciones, y el único consenso pretendido es el de objetivar las intenciones individuales en la brevedad de cada pieza. En ese sentido, se constatan diversos lenguajes y maneras de hacer, aunque la pintura termina siendo el medio más frecuentado. No significa demasiado esto último, pues si algo demuestran estos nuevos creadores es su versatilidad y su vocación por experimentar sobre distintos soportes.  

En el mismo pórtico de la galería, coincidiendo con el instante en que se escrutan los nombres estampados en la pared, nos recibe una trinidad visual que bien puede leerse como una declaración colectiva de principios: una precaria columna de piedras, improvisada y poco estable; una pequeña pero subversiva imagen que descarna la naturaleza política de aquel hombre idealizado por el pensamiento guevarista; y una alfombra que encarna el fracaso de la utopía insular. Con tales matices inicia un periplo visual, donde el vértigo que produce la repentina escalada de una nueva generación se percibe sin dilaciones.

Jorge Peré

La Habana, diciembre 2022  

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