Art Brut en La Habana

Curaduría: JORGE PERÉ

En los años de estudio en la carrera de Historia del arte, los términos Art Brut y Outsider Art asomaron bastante poco. Cuando lo hicieron, no dejaron de tener un sentido peyorativo, inferior y enfaticamente marginal. De modo que a estas alturas cierto sector académico no consigue rechazar la herencia de un prejuicio estético, cuyo origen está en la Modernidad occidental. Aún se practica la subestimación de una zona creativa establecida en el margen de la élite del arte contemporáneo y la cultura oficial.

Art Brut y Outsider Art no son lo mismo, aunque comúnmente se hacen equivaler en la trama crítica homogeneizante. Mientras que el primero acota su dominio a la producción plástica de personas con algún desorden psiquiátrico o patologia mental, el segundo involucra a toda la producción que emerge desde circunstancias ajenas a las dinámicas institucionales y demás circuitos de poder en el arte. De los dos prefiero su sinergia. El punto donde articulan un lenguaje común que se reconoce en algunas formas tradicionales de la estética, pero las imagina y redefine en una práctica espontánea. En dicho lenguaje no existe el pecado, ni mucho menos algún rastro de angustia por las influencias.

Esta exposición pretende situar en un mismo escenario lo que por naturaleza desconoce y existe fuera de cualquier lógica gremial. Los artistas que aquí presentamos desarrollan maneras muy particulares de creación, si bien coinciden en hacer de su práctica un medio de expresión y desahogo, a la vez que una forma de construirse una identidad cuando menos en el orden simbólico. Sus obras asimilan diversos repertorios formales, entre los que aparecen la pintura, el dibujo, el collage, el fotomontaje y el ensamblaje escultórico. Medios sobre los cuales actúan intuitivamente con tal de canalizar una energia creativa que apuesta por reciclar, hibridar y recontextualizar imágenes, textos y objetos.

Es así que, sin otra finalidad que la de pergeñar soluciones formales -las más de las veces atípicas y negadoras de cualquier intelectualización del proceso que las estructura- relativas a sus experiencias de vida, encontramos a estos artistas que representan apenas una puerta de entrada a la producción artística outsider en Cuba. La creación es aquí un acto biográfico, un gesto de autorrepresentacion y una fuga hacia diversos mundos interiores. Porque de eso están compuestas estas obras: de subjetividades liberadas que involutariamente se ordenan dentro del arte.

¿Existe algo más admirable, en cuestión de estética, que la ausencia de deliberación? Estos artistas solo pueden hablar con voz propia.

Jorge Peré

1 comentario en «Art Brut en La Habana»

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