Puzzle: Arte Cubano Emergente. VI Edición.

Artistas: Airel Suárez, Aldo Soler, Alejandro Cañer, Andy Mendoza, Anyel Judith, César Saavedra, Clara Massó, Claudia Cepero, Daniela Rouco, Darena Pedroso, Diosmanis Hordelide, Eldy Ortiz, Frank Piña, Gabriela Hernández Blanco, Giselle Lucía Navarro, Harold Ramírez, Karolyn Sánchez, Laura Guibert, María Fernanda Chacón, Mario Enrique Briño, Nelsy Verónica, Nurys Rodríguez, Rosa Cabrera, Suamy Hernández, Su_ayma Parra, Tutti Guezdro, Yamil Orlando.

Apostillas para pensar una generación

Cada generación construye su propio relato partiendo de un escrutinio al pasado. En ese diálogo con la tradición se afirman, se niegan y actualizan los discursos y valores heredados. Se adquiere la voz y el tono. Se instaura lo que puede entenderse como un régimen estético.

Algunas generaciones con más fortuna que otras consiguen verdaderamente rehacer el molde, reconducir la práctica artística. Pero esto nunca se reconoce -aunque se sepa- de inmediato. Es menester del tiempo situar las cosas donde pertenecen, sentar pautas, encumbrar o enterrar nombres. Nada se resiste a esa implacable revisión, por ello el arte, más que un contexto, un mercado o una política, es un estado de excepcionalidad, el reflejo de una idea atemporal que ha sido imaginada en distintas épocas.

Para hablar de una generación
deben haber síntomas inequívocos de que esta existe. Dicha palabra, muchas veces usada a la ligera, no acota únicamente la existencia de un espacio temporal. Las generaciones existen desde una postura común, como reacción sensible a un presente inmediato que, sin esta última, carecería de sentido.

¿Existe ya en Cuba otra generación de artistas, distinguida por su propia agenda de intereses, temas y discursos?

Esta pregunta reaparece cada cierto tiempo. Se la formulan los que ya no están en la Isla y los entusiastas foráneos que mantienen su idilio con el arte, pero no con la imagen actual del país. Y en este momento, en que Cuba se desfigura por el éxodo, la parcialidad política y la decadencia del aparato institucional, parece no haber consenso al responderla. Ciertamente, hay un visible grupo de jóvenes produciendo obras, haciendo exposiciones, proyectando su voz sobre el contexto. Asimismo encontramos una deriva temática, el interés por asuntos y narrativas que acaso no encuentran suficiente representatividad en la tradición del arte cubano. Los medios retóricos, en cambio, siguen siendo los mismos. Y esto afecta sobremanera el hallazgo de un nuevo paradigma.

Hacer arte en Cuba se ha convertido en un privilegio (como casi todas las cosas). Hacer arte fuera de Cuba (sobre todo, para aquellos que fingían vivir del arte estando aquí) se ha vuelto una utopía.

A esa cuestión generacional se asoma esta edición de Puzzle, intentando ofrecer una visión, que no una respuesta concluyente. Luego de cinco entregas y siete años de acción en el contexto, quizá no haya un proyecto con más argumentos y compromiso en torno al arte cubano emergente. De ahí que pensemos esta edición como un acto conjunto de escritura. La escritura de una declaración generacional.

La Habana 2025

Jorge Peré


Primera inauguración ©ChrisForte

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